En el año 2011 Uruguay se dio cuenta de que tenía un problema: la falta de profesores de inglés. Si bien contaban con una larga tradición de enseñanza de inglés, Montevideo concentraba el mayor volumen de recursos humanos calificados. Esto dificultaba encontrar profesores que cubrieran cargos fuera de la capital, lo cual generaba brechas en la educación.
Ante este problema se pensaron distintas alternativas, aprovechando el potencial de la tecnología. Tal es así que se consideraron soluciones que iban desde un software que pudieran utilizar las niñas y los niños sin la necesidad de tener un profesor de inglés, hasta algunas más ambiciosas, como instalar un equipo de videoconferencia en cada escuela. Finalmente se optó por esta última opción que permite conectar a escuelas públicas urbanas con docentes localizados en distintas localidades de Uruguay (o incluso fuera del país). De esta manera se logró que las clases de inglés se realizaran en vivo por videoconferencia con un profesor conectado de manera remota y los chicos en sus aulas.
El nuevo contexto que nos toca vivir nos obligó a repensar en poco tiempo soluciones para responder rápidamente a este nuevo paradigma. La educación es uno en donde se juega el futuro y todavía tiene que buscar maneras de adaptación y reinvención. Sin embargo, ese modelo uruguayo nos puede brindar algunas pistas y lecciones para implementar en otros lugares.
Hace años que sabemos de la importancia que tiene la tecnología para la educación. Los gobiernos de casi todos los países del mundo desarrollaron planes para que los alumnos tengan una computadora y haya más materias vinculadas con la programación. La realidad mostró que son los docentes quienes tienen que reconciliarse con la tecnología y no los alumnos. Conocer las herramientas de colaboración y usarlas correctamente se convertirá en una parte fundamental de la educación que viene.
Cualquier solución no da lo mismo. Durante estas semanas fuimos testigos de las fallas de seguridad de algunas aplicaciones, del robo de información, entre otros problemas. Invertir en buenas herramientas, desarrollar planes de contingencia y cuidar la seguridad son cuestiones relevantes que se deben pensar desde el inicio.
Los mejores recursos, o los que se necesitan, no siempre están disponibles en la ciudad o país de origen. Tal como pasó con los profesores de inglés en Uruguay, la tecnología permite derribar fronteras y acceder a recursos ilimitados, sin importar dónde se encuentren.
Finalmente, al igual de lo que sucede en otros ámbitos, el valor que alguien puede brindar es clave para lograr una diferenciación. A partir de esto, la educación comenzará a regirse con estas mismas exigencias y, las instituciones educativas tienen un potencial para ofrecer su valor diferencial a otros.
Fuente. Diario Clarín